
Jennifer Vásquez Sura, en el centro, sostiene un cartel pidiendo la liberación de su marido Kilmar Abrego García, durante una vigilia de Semana Santa, el 14 de abril, cerca de la Casa Blanca, en Washington. Católicos se unieron al evento interreligioso para rezar por la liberación de Abrego y otros inmigrantes enviados a una prisión en El Salvador. (Foto: GSR/Rhina Guidos)
La hermana dominica Carol Gilbert manifestó que este año no había mejor lugar que frente a la Casa Blanca para ilustrar las lecturas de la Semana Santa, que comienzan con la injusticia que sufrió un hombre inocente, encarcelado injustamente a manos de los poderosos. Y no se refería únicamente a Jesús en el Evangelio.
Gilbert, conocida en Estados Unidos (EE. UU.) por su firme oposición a las armas nucleares y a la violencia, se unió a otros católicos y personas de diferentes creencias religiosas en una vigilia de Semana Santa el 14 de abril en el parque frente a la Casa Blanca para apoyar con sus oraciones a la esposa de Kilmar Abrego García, residente de Maryland y deportado, mientras los dos hombres con el poder de liberarlo, pero quienes no quisieron, se reunían a pocos metros de allí.
Abrego no solo fue deportado a su país natal, El Salvador, a principios de marzo tras un "error administrativo" del Gobierno de Donald Trump, sino que también acabó junto a otros migrantes en el Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot) de ese país.
NBC News, citando documentos judiciales, informó de que Abrego nunca había sido acusado de ningún delito en El Salvador ni en EE. UU. "Creo que este caso, el caso de Kilmar, es realmente importante porque este hombre no ha hecho nada" que merezca el encarcelamiento, dijo Gilbert a Global Sisters Report.
Gilbert, que ha cumplido condena en prisión por sus creencias y acciones no violentas, escuchó a los pastores y otros creyentes lamentando las injusticias de estos tiempo, incluida la de Abrego, mientras hablaban de lo que la Semana Santa dice sobre las personas injustamente encarceladas, como lo fue Jesús.

La Hna. dominica Carol Gilbert sostiene un cartel después de una vigilia de Semana Santa frente a un parque cerca de la Casa Blanca, donde personas de diversas religiones rezaron el 14 de abril por los inmigrantes que fueron encarcelados tras ser deportados a El Salvador. El evento tuvo lugar mientras los presidentes de EE. UU. y El Salvador se reunían, lo que llevó a las autoridades a alejar al grupo que rezaba cerca de la Casa Blanca. (Foto: GSR/Rhina Guidos)
"Esta es la lección que debemos aprender de la Semana Santa: cuando miramos el rostro de Kilmar... y de todas las personas que sufren una persecución injusta, cuando miramos sus rostros, debemos ver el rostro del Cristo sufriente", dijo el pastor Michael Vanacore, de la Iglesia Pilgrim United Church of Christ en Wheaton, Maryland. "Por cada alma que envían a ese infierno [la prisión] en El Salvador, nosotros, en Estados Unidos, clavamos otro clavo en el cuerpo de Jesús", apuntó.
Tras una demanda para solicitar la libertad de Abrego, el Tribunal Supremo de Estados Unidos dijo el 10 de abril al Gobierno que debía "facilitar" su regreso, pero Trump trasladó esa responsabilidad al presidente de El Salvador Nayib Bukele, con quien se reunió en la Casa Blanca mientras se celebraba la vigilia. Bukele dijo que no podía "traer de contrabando a un terrorista" a EE. UU., en referencia a Abrego.
Unas horas más tarde, un grupo reunido frente al edificio que alberga la embajada salvadoreña en Washington utilizó la palabra "terrorista" contra Bukele, gritando: "Bukele fascista, vos sos el terrorista".
Gilbert dijo antes de que comenzara la vigilia que las autoridades habían cerrado la parte del parque más cercana a la Casa Blanca, tal vez para que los que estaban dentro no escucharan las oraciones de los fieles reunidos.
"Trump tiene la posibilidad de decir: 'Traigan a este hombre de vuelta a nuestro país. Traigan a este hombre de vuelta'. Y ni siquiera lo menciona", lamentó Gilbert. "Hemos venido aquí a rezar. Era un servicio religioso y nos han echado. Y mira lo lejos que tenemos que estar de la Casa Blanca por el miedo que existe cuando se dice la verdad a través de la oración, de carteles, de testimonios o de cualquier otra forma", indicó.

Un grupo protesta el 14 de abril frente al edificio que alberga la embajada de El Salvador en Washington. Algunos criticaron al presidente de El Salvador Nayib Bukele por no defender a los inmigrantes salvadoreños durante su visita a la Casa Blanca y también por encarcelar a detenidos acusados injustamente en el Centro de Confinamiento por Terrorismo (Cecot) en El Salvador. (Foto: GSR/Rhina Guidos)
Gilbert también se unió brevemente al grupo frente a la embajada, gritando: "Kilmar, Kilmar" frente al edificio, mientras automóviles pasaban en dirección a la Casa Blanca. Activistas criticaron a Bukele por no defender a los inmigrantes salvadoreños en EE. UU. durante su visita a la Casa Blanca. También construyeron una prisión improvisada con cartones para llamar la atención sobre los abusos que, según ellos, se están cometiendo en el Cecot, incluyendo muchas historias similares a la de Abrego: migrantes deportados, enviados allí incluso antes de que Trump asumiera el cargo.
A principios de enero, varias madres salvadoreñas hablaron con National Catholic Reporter para advertir a otras personas sobre el encarcelamiento injusto de sus hijos tras ser deportados de EE. UU. durante el Gobierno de Biden. Al igual que Abrego, fueron enviados directamente a una prisión por el Gobierno de Bukele al aterrizar en El Salvador. Varias madres afirmaron que sus hijos no tenían antecedentes penales.

Una mujer sostiene un cartel junto a otras personas reunidas el 14 de abril cerca de la Casa Blanca para una vigilia de Semana Santa, en la que rezaron por la libertad de Kilmar Abrego García, un salvadoreño deportado en marzo. Abrego, junto con otros inmigrantes, fue enviado a una prisión salvadoreña tras ser deportado, a pesar de no tener antecedentes penales. (Foto: GSR/Rhina Guidos)
Sin embargo, el caso de Abrego ha atraído la atención internacional en gran parte porque Jennifer Vásquez Sura, la esposa de Abrego, ha buscado incansablemente apoyo para liberar a su marido y ha recibido ayuda de grupos que organizaron la vigilia y otros eventos, entre ellos la Red de Acción Congregacional, CASA y otras organizaciones religiosas.
Representantes de grupos católicos como la Red Franciscana de Acción, el equipo de justicia de las Hermanas de la Misericordia de las Américas y Catholic Workers también participaron en la vigilia, algunos con carteles con citas o imágenes del salvadoreño san Óscar Romero. La fiscal del condado de Prince Georges Aisha Braveboy también asistió y dijo a la esposa de Abrego que "no importa en qué parte del mundo se encuentre, [Abrego] sigue siendo residente del condado de Prince Georges"; además afirmó que la culpa es del Gobierno federal, que "tiene que arreglar esto".
El senador demócrata por Maryland Chris Van Hollen dijo que viajará a El Salvador para ver cómo está Abrego, ya que no tuvo oportunidad de hablar con Bukele sobre su liberación durante su visita a EE. UU. Pero la vigilia recordó a los allí reunidos que hay otros inmigrantes deportados junto con Abrego que comparten su terrible destino en la prisión Cecot, aunque no son salvadoreños. Entre ellos se encuentran los venezolanos Andry José Hernández Romero, estilista de maquillaje; Arturo Suárez-Trejo, cantante; y Neri José Alvarado Borges, panadero.
"Ellos y todas y cada una de las personas detenidas y deportadas a esa prisión son a quienes un sacerdote y mártir salvadoreño, [el padre jesuita] Ignacio Ellacuría, llamó los pueblos crucificados del mundo", dijo el pastor Vanacore y agregó: "Y la única respuesta durante Semana Santa es bajarlo de la cruz. Traigan a Kilmar a casa".
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Joelle Novey, una participante judía, dijo durante la vigilia que cuando se mantiene injustamente en cautiverio a seres humanos, "la injusticia es tan grotesca que Dios se involucra".
Novey habló sobre el afeitado de la cabeza a los presos —como lo hizo el Gobierno de Bukele—, de cómo se llevaron a los presos, injustamente encarcelados, lejos de sus hogares y de sus seres queridos, y de la burla a los jueces que habían dictado su liberación. "Esta violencia repugna y enfurece al Dios que solo quiere para todos nosotros el honor, la dignidad y el trato más gentil", afirmó.
Los relatos bíblicos hablan de la época cuando los faraones encarcelaban injustamente a las personas, dijo, y les recordó que leyeran el libro del Éxodo.
"Permítanme recordarles cómo termina esta historia todas las veces: las plagas no solo caen sobre el faraón, sino sobre todos los miembros de la sociedad enferma que permite este terrible mal", manifestó y agregó: "El agua se convierte en sangre para el faraón y también para todos los que se quedaron al margen y dijeron: 'Yo no parezco israelita, así que eso nunca me pasará a mí'".
Las Escrituras hablan de aquellos que mantienen la cabeza abajo, cierran los ojos y siguen con sus vidas, ignorando la difícil situación de los inocentes, añadió.
"Las enfermedades, las plagas de insectos, no solo vienen por el faraón, sino que también vendrán por todos nosotros, todos los que nos quedamos al margen y callamos, y permitimos que los tiranos aquí mismo, en Washington D. C., escupan directamente en la cara de Dios. A ver qué hacemos al respecto", afirmó Novey.
Nota: Este artículo fue publicado originalmente en inglés el 15 de abril de 2025.