Los católicos de Latinoamérica observaron que el papa Francisco, el primero del nuevo mundo, trajo al Vaticano una nueva forma de hablar de Dios: cercanía con las periferias, impulso a la sinodalidad, defensa de la Amazonía, de los pueblos originarios y de los afrodescendientes, y reconocimiento de una Iglesia con rostro latinoamericano. "Era un papa latinoamericano... muy versado en una nueva eclesiología. Era un papa del pueblo. Quería construir una teología desde abajo, una teología de respeto a los vulnerables, de estar con los pobres", afirmó una religiosa colombiana.